Hace exactamente 30 años, en el Foxboro Stadium, Diego Armando Maradona, quizás el mejor futbolista de todos los tiempos, dejó su última huella en la historia de los Mundiales. El partido entre Argentina y Grecia no solo marcó el inicio de la participación argentina en el Mundial de Estados Unidos 1994, sino que también se convirtió en el escenario de la despedida de Maradona de la máxima competencia del fútbol internacional.
Argentina ganaba con comodidad. Gabriel Batistuta, había marcado dos goles, y la selección de Alfio Basile controlaba el ritmo del partido. Pero fue en el minuto 60 cuando el estadio presenció un momento de magia que quedaría grabado en la memoria para siempre.
Maradona recibió la pelota en la puerta del área grande. Después de una rápida y precisa pared con Fernando Redondo, Diego se encontró en posición de arriesgar. Con su prodigiosa zurda, lanzó un potente remate que se incrustó en el ángulo superior del arco griego. El arquero, sin posibilidad de reacción, sólo observó cómo el balón hacía temblar la red y el estadio.
Diego corrió hacia una de las cámaras de televisión, gritando y mostrando una expresión de desahogo inigualable. Este gol no solo puso el 3-0 en el marcador, sino que simbolizó la última chispa del genio futbolístico que había maravillado al mundo entero.
Aquél gol contra Grecia, sigue siendo un testimonio del talento incomparable de Maradona. Fue su última obra maestra en un Mundial, una despedida agridulce de un escenario donde había alcanzado la inmortalidad futbolística.
Aquel 21 de junio de 1994, “El Diego» nos dejó un recuerdo indeleble de su genialidad en el campo de juego.