El resultado de las elecciones del domingo en Santo Tomé no solo dejó un nuevo reparto de bancas en el Concejo Municipal. También marcó el cierre de un ciclo histórico: por primera vez desde la década del ’90, el radicalismo santotomesino se quedó sin representación en el cuerpo legislativo.
El dato es más que simbólico. La Unión Cívica Radical no solo gobernó la ciudad durante 16 años, sino que supo mantener, incluso en sus peores momentos, al menos un escaño que le diera voz en el Concejo. Esa racha se rompió este domingo.
La UCR, secundando a Maillier
Los resultados colocaron en el tercer lugar a Enrique “Quique” Maillier, de Unidos para Cambiar Santa Fe, con 4.977 votos (19,40%). La presencia radical en esa lista estuvo representada por Soledad Santa Cruz, quien ya en 2021 había participado de la interna de Unidos como compañera de fórmula de José “Pepe” Roura, donde apenas sumaron 440 votos. El dato confirma la dificultad del radicalismo para recuperar peso electoral.
El recambio que no llegó
La historia reciente muestra que el radicalismo no logró reinventarse ni abrir paso a actores nuevos capaces de renovar su base electoral. Sin liderazgos consolidados y con un discurso que no terminó de diferenciarse del resto de la coalición, el partido centenario quedó relegado a un papel testimonial.
El contraste es fuerte: mientras partidos más nuevos como La Libertad Avanza lograron instalarse con fuerza y Más para Santa Fe dio el batacazo, la UCR, que supo ser hegemónica por su lucha en los 90 y que llegó a la intendencia en 2007, hoy quedó fuera de la discusión.
Un cambio de época
Este resultado no solo refleja el desgaste de un sello partidario, sino también una nueva lógica electoral en Santo Tomé: la polarización y la irrupción de espacios alternativos redujeron el margen para partidos que no supieron renovar su propuesta.
La pérdida de representación propia dentro de Unidos marca, probablemente, el final de un ciclo que comenzó en la década de 1990 y que durante décadas pareció imposible de romper. Hoy es la evidencia más cruda de un espacio que se vació de ideas, de liderazgos y, sobre todo, de votos.